
Nunca se sabe lo que puede pasar mañana. Podemos hacer planes y todo, pero al fin de cuentas, en segundos o minutos, pueden romperse. Es fácil: ¿Cuántas veces desperdiciaste el tiempo criticando a alguien y cuando lo terminabas conociendo te arrepentías? ¿Cuántas cosas pensaste que iban a pasar en un mes y no pasaron? ¿Cuántas personas perdiste en el lapso de un año? ¿Cuántas amistades ganaste? ¿Cómo te imaginabas tu vida hoy? ¿Cuántas sonrisas pasadas hoy te producen miedos? ¿Cuántas voces escuchaste y cuántas de esas seguís escuchando hoy? ¿Cuántas cosas que ibas a tener “para siempre”, ahora te faltan? ¿Cuántas cosas dejaron de ser importantes? Difícil, pero es así, nunca se sabe que puede suceder. Esto quiere decir que hay que aprovechar cada segundo, cada imagen, cada sentimiento, porque todo, en minutos, puede cambiar.